La devoción de Pin-txo por las gildas, vinagrillos y encurtidos no es ningún secreto. Siendo así, hace ya algún tiempo que decidimos aventurarnos en el maravilloso mundo de las conservas: bonito, pimientos, guindillas… y sabemos que es una afición compartida con muchas y muchos de vosotros.
Aún con el sabor en la boca del primer bote de guindillas que hemos abierto esta temporada, nos hemos decidido a hablaros de ellas. ¡Ya estábamos tardando!
Desde mediados de verano hasta principios de otoño, nuestras huertas ven florecer uno de sus frutos más preciados: las guindillas frescas o “piparrak”.
Si no tenemos huerta, para conseguir buenas guindillas lo más fácil es que nos acerquemos al mercado o a la frutería de nuestro barrio, dónde las encontraremos sin problema durante toda la temporada. Una vez las tengamos en nuestro poder, las dos opciones principales que se nos presentan son freírlas o prepararlas para conserva. -Lo de cogerlas directamente de la barra y comerlas en crudo, como hemos visto hacer a algún que otro turista, no es una opción a tener en cuenta.-
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GUINDILLAS FRITAS
Fritas son un manjar, las podemos encontrar en multitud de bares o restaurantes de Donostia y Euskadi, también en la Rioja, Asturias… y cada vez en más lugares.
Su verde amarillento vivo nos indicará que están frescas; las lavamos, dos dedos de aceite de oliva en la sartén y cuando esté bien caliente las sumergimos sin amontonarlas durante medio minuto. Sacamos del fuego con la espumadera, emplatamos, sal en escamas y… ¡fiesta! Hay quienes colocan unas finas láminas de jamón sobre las piparras recién salidas del fuego. Esta práctica, lujuriosa y cercana al pecado carnal, puede dejar sin palabras a los partícipes del festín.
Pero bueno, centrémonos, que si estás leyendo este post lo más probable es que lo que te interese sea preparar las guindillas en conserva, así que nos bajamos del árbol y allá vamos.
El proceso es realmente sencillo, si bien es importante tener en cuenta algunos detalles.
GUINDILLAS EN CONSERVA
INGREDIENTES y MATERIAL NECESARIO (Para tres botes medianos)
-Guindillas: No nos vengamos arriba la primera vez, con unos 400 gramos tendremos suficientes para preparar 3 botes. Nos interesa que tengan unos 7-8 cm de largo, si son mucho más grandes, las podemos mandar directamente a la sartén. También nos interesa que sean frescas, que mantengan su color y no hayan comenzado ni a arrugarse ni a oscurecer.
-Botes de cristal: Es importante esterilizarlos antes de su uso, lo que haremos poniéndolos a hervir en un puchero durante 10-15 minutos. También es importante que las tapas cierren bien y estén en perfecto estado, recomendamos comprar tapas nuevas cada vez. En cuanto a las medidas, cada cual puede usar los que más le gusten o mejor se adapten a sus necesidades, recomendamos que no sean demasiado altos.
-Vinagre: una botella, solemos utilizar el vinagre común, vamos, el mismo que para la ensalada.
-Garbanzos: ¡Truco! Las guindillas embotadas tienden a oscurecer un poco. Para que esto no ocurra o para mitigarlo echaremos unos cuantos garbanzos secos dentro de los botes.
-Agua y sal
ELABORACIÓN:
-El primer paso, que no por evidente debe obviarse, es lavar bien las guindillas y retirar las impurezas. A continuación empezaremos a introducirlas, con la punta hacia abajo, en los botes, una junto a otra en vertical, intentando dejar la menor cantidad posible de espacio libre dentro del bote. Al mismo tiempo, meteremos 5-6 garbanzos entre ellas.
-A continuación, rellenaremos los botes con agua y vinagre a partes iguales. Ante la duda, solemos preferir que haya un poco más de vinagre; el 50/50 o 60/40 nos suele funcionar muy bien. Añadiremos también la sal, un pellizco por bote será suficiente.
-Por último, cerraremos muy bien los botes y los agitaremos. Es importante que los etiquetemos y pongamos en la etiqueta la fecha de elaboración. Así sabremos cuando están listos y no nos confundiremos con botes de años anteriores.
-Por último, la parte más dura: LA ESPERA. Guardaremos los botes en un armario o lugar oscuro durante al menos un mes y les daremos la vuelta cada 7-10 días antes de poder disfrutarlos.
Por “hablar un poco de nuestro libro” os podemos decir que las guindillas que aparecen en las fotos son guindillas plantadas en Burgos por una buena amiga con semillas de la mismísima Ibarra. Las hemos recogimos un poco tarde y algunas están demasiado crecidas, pese a ello mantienen una textura agradable y no se ha disparado su picor. Aunque por razones obvias no les podemos dar el “Eusko Label”, están para quitarse la txapela.
¡A COMER!
Pasado el tedioso tiempo de espera, llega la hora de la verdad. Si las guindillas eran de buena calidad y hemos seguido los pasos correctamente, todo apunta a que estarán muy buenas, así que abriremos el primer bote sin miedo.
¿Y cómo las preparamos?
Las podemos comer tal cual. Tras escurrirlas, las sacamos a un plato y simplemente regándolas generosamente con un buen aceite de oliva y añadiéndoles sal en escamas tendremos un entrante extraordinario.
Si nos hemos despertado de buen humor y con ganas de mancharnos las manos en la cocina, como no podía ser de otra manera, os recomendamos que os animéis a montar unas gildas. Si además del buen humor os habéis despertado radiantes, puede que la banderilla con taco de bonito sea vuestra opción.
No nos alargaremos, sabemos que estas fotos, además de dar hambre, no requieren de explicación. Queremos despedimos con esta ensalada compuesta en su mayor parte por conservas que hemos preparado en casa. En el próximo post hablaremos sobre el embotado de bonito.
Si os ha gustado el post, esperamos vuestros comentarios, opiniones y sugerencias. Si quieres conseguir tus pin-txos favoritos, no dudes en pasarte por la tienda.