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Existen tantas formas de viajar como viajeros
Para Pin-txo* la mejor manera de conocer el mundo es comérselo, llenar nuestras bocas y mojar nuestro paladar de diferentes culturas; codearnos con las gentes de cada lugar, escuchar sus voces y disfrutar en una misma mesa. Entender al otro mediante su gastronomía es conocer su mundo, respetarlo, adentrarse en sus tradiciones y su historia y sobre todo compartir.
No hay cultura, región o lugar en el mundo que no tenga sus platos típicos o sus productos tradicionales. Preguntas como ¿qué beberemos en México? ¿Qué comeremos en la Parte Vieja donostiarra? o ¿Qué es lo típico de Soria? Encuentran rápida respuesta en el imaginario colectivo.
Y es que ahí fuera existe todo un mundo de sabores y productos por descubrir y algo esencial, de personas dispuestas a mostrárnoslo.
Al igual que recibimos, es importante saber dar y, en los tiempos que corren, no está de más reconocer y ser conscientes de las cosas que hacemos bien. Sí, desde las tierras vascas hemos sabido abrirnos al mundo, abrir nuestras cocinas y nuestros locales y aportar, desde nuestro pequeño rincón, una pincelada a este mundo de sabores y de colores. Los pintxos vascos en particular y la gastronomía vasca en general han conseguido encontrar su espacio en el mapa mundi gastronómico.

Souvenirs gastronómicos
En este marco, a todas luces pretencioso, es en el que nos gusta situar a Pin-txo*
Es difícil saber la cantidad de kilos de morcilla han llenado nuestras maletas en nuestros viajes de Burgos a Donostia, igualmente hace tiempo que perdimos la cuenta de las botellas de sidra y quesos Idiazabal que hemos ido dejando por el mundo.
Mochilas que van y vuelven llenas comida, de dulces, de licores… Esa es nuestra forma de hacer partícipes a las personas que queremos de las aventuras vividas, una excusa para reunirnos.

PIN-TXO*
De estas ganas de comernos el mundo, pero sobre todo de compartirlo, es de lo que se alimenta Pin-txo*. Nos encantaría poder llevar nuestros pintxos favoritos a cada lugar que visitamos y nuestros pins gastronómicos son una manera de hacerlo. Además, nos representan. Son una forma de poner en valor y dar a conocer nuestra cultura y tradiciones; un recuerdo, un regalo que evoca sabores, un souvenir.
Nuestra colección de pintxos donostiarras, con la gilda a la cabeza, no tardó en incorporar amigos como la morcilla de Burgos, el torrezno de Soria, la tortilla de patata o nuestras amadas croquetas de jamón. Y sí, sabemos que son muchas las personas que los llevan puestos, que los guardan con cariño, o que los regalan y les otorgan un sentido especial.

Nuevos pintxos, pinchos y tapas
“¿Para cúando los champiñones de la calle Laurel?”, “¿No vaís a hacer uno de bravas?”
“Oye ¿Por qué no hacéis un pin de txuleta?”, “Uno de calçots triunfaría en mi pueblo…”
Nos encanta que nos hagaís propuestas y sobre todo nos maravillan esas ganas de, como hemos comentado anteriormente, tener diseños que os representen, con los que sentiros identificadas o identificados, ya sea para regalar o para guardar con cariño.
Llegado este punto, sólo podemos daros las gracias, por vuestro apoyo, por vuestras bellas palabras, por vuestros consejos y propuestas. ¡Las tenemos muy en cuenta! Aunque no siempre es posible transformar en pin esos manjares que rondan por vuestras cabezas. Este año no está siendo el mejor de nuestras vidas, pero seguiremos adelante y no tardaremos en dar vida a nuevos diseños que al menos aporten algo de color a la vida cotidiana.
Esperamos veros pronto y compartir manjares en cualquier bar, tasca, restaurante o chiringuito callejero del mundo.